Artículo de Granadacostanacional: “Violencia familiar: Vulneración de los derechos de los niños y niñas en separaciones conflictivas”

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Hay muchos tipos de divorcios. Si es una pareja sin hijos suele resultar relativamente fácil divorciarse. Los problemas suelen quedar reducidos a cuestiones meramente económicas. El tema realmente complicado es cuando hay hijos de por medio.

Uno se casa esperando una pareja ideal, una familia perfecta y que se haga realidad «se casaron,fueron felices y comieron perdices» pero lamentablemente esto no suele ocurrir. Hay que ser muy maduro para enfrontar los diferentes avatares de la vida en común y si no es factible, evitar en la medida de lo posible que tanto para la pareja como para los hijos, que la separación sea traumática. Hay que tener en cuenta que, aun en el mejor de los casos, todo divorcio o ruptura de pareja es un periodo de estrés y de duelo. Si hablamos de proceso de duelo o pérdida, para poder elaborarlo debemos pensar que el reajuste familiar puede durar de uno a tres años. También hay que tener en cuenta que la elaboración del mismo va a estar sujeto al perfil de personalidad de cada uno de los cónyuges. Para ello es importante no entrar en confusiones tales como los intereses propios y de los hijos o implicar a los mismos en el proceso judicial. Si a los hijos se les explica el por qué de la separación y se aclara que nunca podrán divorciarse como padres y lo que ello implica, no tiene porque ser más doloroso que la elaboración de otros duelos o perdidas que hemos tenido o tendremos a lo largo de nuestra vida.

Pasar del amor al odio es lamentablemente excesivamente fácil. La instrumentalización de los hijos e hijas en un marco de ruptura conflictiva, suele ser un maltrato mucho más frecuente de lo que desearíamos. Con el agravante de que suele decirse que lo que se hace es «por el bien del hijo o la hija, o para protegerle».

Los hijos se encuentran inmersos en un problema de lealtades, como: tener que hacerse cargo de confidencias del maltrato del padre o de la madre, detalles de su vida sexual en común o terminar haciendo una inversión de roles (cambian su rol de hijo o hija por el rol de padre o madre de sus propios padres o madres). Los hijos se transforman en meros instrumentos para hacer el mayor daño posible al otro. Realmente no les importa absolutamente nada cómo su hijo o hija puedan sentirse. Pasan a ser meros objetos para destruir al otro.

Este fenómeno se observa  en todos los ámbitos económicos o sociales, porque parece que en el tema del odio no hay diferencias de clases. Lamentablemente no tenemos  datos estadísticos sobre cuántas de estas rupturas matrimoniales son conflictivas, ni sobre la intensidad ni duración del conflicto, pero sí podemos afirmar sin riesgo de equivocarnos, que la instrumentalización de los hijos en el marco de rupturas conflictivas de pareja se puede considerar como un tipo específico de maltrato infantil. Y esto hace que este tipo de maltrato merezca una atención especial y nuevas estrategias de prevención y sensibilización, tanto en cuanto a ciudadanía en general como a los profesionales implicados.

Los profesionales que trabajamos con niños y adolescentes (psicólogos, médicos, maestros, monitores, etc..) somos testigos directos de que este fenómeno va en progresión geométrica y con un elevado grado de normalización en nuestra sociedad. Existe un amplísimo abanico de posibilidades para enloquecer al hijo o a la hija  o de transformarlo en un «aprovechado o aprovechada».

A un adolescente le pregunté sobre cómo se sentía frente al divorcio de sus padres. Su respuesta fue: «Pues la verdad que muy bien. Mis padres me quieren mucho más desde que están divorciados porque ahora se desviven por mí. Antes tenía problemas para que me compraran cosas o para salir con mis amigos, Ahora es fantástico porque si uno me da una cosa el otro suele darme otra mejor. Celebro dos santos, dos cumpleaños, dos vacaciones, Antes no había manera que me compraran una moto y ya la tengo. Además, como saben que su divorcio me ha deprimido mucho, entienden que tenga rabietas, les insulte o les grite. También entienden que suspenda y no por ello me obligan, como antes que estaban juntos, a dejar el móvil o el ordenador para que estudie más. Tampoco ahora no les importa si hago las cosas de casa, los deberes, con quien salgo o con quien chateo. Me parece que ha sido bueno para mí que mis padres se divorciaran»

 El peor de los casos es cuando el cónyuge, para hacer daño al otro maltrata o incluso llega a matar a los hijos. Lamentablemente este tipo de agresiones, aunque poco frecuentes,  se da tanto en hombres como en mujeres, como son los casos de las niñas de Canarias asesinadas por su padre o la niña de Sant Joan Despi asesinada por su madre.

 La instrumentalización de los procedimientos es un tipo de maltrato que afecta muy negativamente a los hijos e hijas y que se da frecuentemente en el tema de informes periciales o tratamientos psicoterapéuticos. Esta es una estrategia con la que los profesionales de los CSMIJs nos hemos encontrado más de una vez. El menor puede pedir consulta al CSMIJ por un motivo manifiesto de consulta tal como: ansiedad, fracaso escolar, depresión, etc.., pero el motivo real es pedir un informe que indique que la sintomatología motivo de consulta es motivada por el tipo de maltrato que el padre o la madre ejercen sobre el mismo. Además, este menor puede tener un informe de un psicólogo privado pagado por el padre y otro informe de un psicólogo privado pagado por la madre. Con lo que el niño puede haber sido visitado por 4 profesionales diferentes: 2 psicólogos privados, el psicólogo del Centro de Salud mental y el psicólogo perito del juzgado que lleva la causa de divorcio. Esta situación es un grave maltrato, dado que hay una instrumentalización perversa de los procedimientos legales.

La Asociación Catalana para la Infancia Maltratada (ACIM) ha publicado un documento sobre «La vulneración de los derechos de los niños en las rupturas conflictivas de pareja» que puede leerse en catalán y castellano en su web[1]. Este documento fue elaborado con una amplia participación de profesionales ligados al mundo de la infancia y adolescencia: médicos, psicólogos, juristas, policía, servicios sociales, etc.. Las conclusiones y reflexiones señalan que: «la ruptura de la pareja es cuestión de los adultos y son los adultos los que lo han de resolver. Y deben hacerlo de manera responsable, minimizando los daños y velando por el interés superior de los hijos.  Intentar mantener la alianza parental, a pesar del divorcio o separación, reconociendo las capacidades y las diferentes maneras de hacer del otro.  Respetar y cumplir las obligaciones compartidas.  Buscar ayuda profesional, idónea y, sobre todo, de confianza, para estar seguros y tranquilos con los acuerdos y pactos que haya que establecer». Que: «los hijos tienen derecho a estimar ambas familias; la ruptura de la pareja no debe suponer la pérdida de ningún vínculo con  el resto de la familia (abuelos, tíos, primos)».

 La Convención los Derechos del Niño[2] en su artículo 9 nos dice: «Es un derecho del niño vivir con su padre y su madre, excepto en los casos que la separación sea necesaria para el interés superior del propio niño. Es derecho del niño mantener contacto directo con ambos, si está separado de uno de ellos o de los dos» «..  salvo si ello es contrario al interés superior del niño». Por ello es muy importante que los padres sean conscientes que lo que debe primar en los trámites de divorcio es el interés superior de sus hijos, dejando de lado el odio y rencor que le tengan a su ex. Y esto es extensible también a sus respectivas familias, a las administraciones y a la sociedad en general.

Dra. Carme Tello Casany, psicologa clínica Presidenta Federación Asociaciones para la prevención del Maltrato Infantil FAPMI Presidenta de la Associació Catalana per la Infància Maltractada ACIM     [1]http://www.acim.cat/drets-en-accio/ [2]http://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf

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